Marruecos'17: Merzouga - Merzouga

Día 4: Merzouga - Merzouga


Hoy debería ser un día de descanso. El plan para hoy era dejar las motos aparcadas, hacer una excursión en 4x4, una vuelta en camello, y dormir en unas haimas en las dunas. Pero como no hace falta que me toquen mucho las palmas te podrás imaginar que la moto no se quedó quieta.
ingredientes para un gran día
Adolfo, que ya hizo un viaje parecido a este en otra ocasión y sabe lo que nos espera hoy, pregunta si puede ir en moto en lugar del todo terreno. Estrena KTM, tiene la vena aventurera desbordada y no quiere otra cosa que pistear. Manel también está en el ajo, y yo que apenas tengo experiencia offroad, pero como me gusta más ... que a un tonto un lápiz, también me apunto. Además, tras el día de las obras ya tengo medio máster hecho.
amanece en el parking
Sé que es preferible no llevar baúl, maletas, elementos que se puedan soltar o romper en caso de caída, además de incrementar el peso, etc. También sé que hay que ajustar manillar y manetas, entre otros elementos para la conducción de pie.
saliendo por las calles de Merzouga
Pero como esto no lo hago, y tampoco le tengo mucho aprecio al baúl original de Yamaha por ser de plasticucho, y como tampoco voy a obtener mucha ganancia de peso, pues ahí se queda. ─Tampoco voy de postureo, y me la sopla la imagen... aunque con el reportaje que me llevaré parezca lo contrario─.
Atrochando hacia la carretera
Sí que tengo que reconocer que me pone la idea de rodar por pistas donde han dado full gas nombres como Roma, Coma, Despress, Peterhansel, que los conoceréis todos, pero otros igual de históricos como Orioli, Meoni, Neveu, Rahier, ... que solo les sonarán a los frikis de esto, para ganar el rally Dakar. Aún dudo de si fue el flipe por esto o que me falta un hervor, lo que hizo que en algunos momentos fuese tan generoso con el acelerador.
Dejamos las dunas del Erg-Chebbi
A lo primero, por supuesto que llevo más miedo que vergüenza. Sobre todo cuando hay arena de duna de por medio.
Pero solo para cruzarla
Merzouga es un lugar que huele a competición, huele a motor, a gasolina, y como tal debe tener sus curiosidades. Una de ellas es el "Morocco National Auto Museum".
Entrada al Morocco National Auto Museum
Este museo no es otra cosa que una excentricidad de un jeque del petroleo.
tt del Morocco National Auto Museum
La entrada es gratuita vale la propina a los vigilantes, y en él se puede admirar una parte de la colección de coches del muchimillonario Hamad Bin Hamdan Al-Nahyan, la segunda fortuna de los Emiratos Árabes Unidos.
tt del Morocco National Auto Museum
Aquí almacena la división de todo terrenos, o mejor dicho, modificaciones para fuera del asfalto y alguna que otra extravagancia.
clasicos del Morocco National Auto Museum
Todos están preparados para cuando al señor le apetezca darse una vuelta. Hasta este jeep de doble anchura, llegó andando al museo.
jeeps modificados del Morocco National Auto Museum
En Abu Dhabi tiene el resto. Y si éstos resultan curiosos, googleando comprobarás que el resto no le va a la zaga.
estampas del desierto
A la salida, pues te puedes encontrar una caravana de dromedarios ensayando para la cabalgata de reyes, a un chiquete dando curitas de humildad de como pasar por las dunas en moto a los preparadísimos riders del fondo
estampas del desierto
o a un tío sentao posando como si mirara al infinito.
postureo
Cogemos la N-13 y nos vamos a Rissani.
N-13 a Rissani

comprando regalos
Tras una breve parada en una tienda para comprar cosméticos con aceite de argán para unos regalos, seguimos,
cruzando Rissani

cruzando Rissani
ahora por la N-12, hacia lo que se conoce como «cárcel portuguesa», aunque ni es o haya sido cárcel, y menos portuguesa. Algo parecido a como pasa con Puertollano, que ni es puerto, ni es llano.
cruzando Rissani

N-12 hacia la carcel portuguesa
Este lugar, en medio de la nada, en medio de un desierto de rocas donde no hay ni moscas, y la vegetación se reduce a un puñado de acacias esparcidas como fideos en el caldo de un asilo, lo utilizaron gracias a su forma en U, como presa o depósito de agua (acuífero natural) por los lugareños de la zona.
pisteando hacia la cacdel portuguesa
Construyeron un muro, de 2 metros de ancho por 5 de alto, para cerrar completamente el foso central de este monte y así poder almacenar el agua de lluvia que caía a lo largo del año.
pisteando hacia la carcel portuguesa
Dicho muro fue construido a principios del siglo XIX, y utilizaron para su realización a los esclavos negros que traían del África subsahariana, para posteriormente, venderlos en Portugal. Por lo que se cree que de aquí viene su nombre.
pisteando hacia la carcel portuguesa

pisteando hacia la carcel portuguesa
Puede parecer osado pensar que aquí haya agua suficiente para embalsar, sin embargo, hace unos minutos, estábamos rodando a más de 100Km/h por el suelo seco de un pequeño lago.
atravesando el lecho de una laguna

disfrutando de las pistas
Llegar hasta aquí es relativamente fácil, no dejan de ser caminos polvorientos.
cruzando el muro
Otra cosa es subir hasta la parte superior del montículo, donde se encuentran las vistas mas espectaculares de hoy, por lo escarpado del acceso.
aparcamos a la sombra
Creo que ninguno de los tres nos atrevemos, aunque si alguno trae ganas, Antonio se encarga de advertirnos de la complejidad y desaconsejárnoslo.
aparcamos a la sombra
En mi caso, en cuanto veo los escalones de la cuesta, no albergo dudas de que por ahí no paso. Sigo siendo consciente de lo verde que estoy. Tal como fuere, dejamos las motos a la sombra de una acacia abajo y subimos en el 4x4 que debe hacer uso de la reductora.
asomado al acantilado sobre el lago
Otro de los atractivos del lugar es la vista desde esta atalaya. Estos montículos hace millones de años estaban bajo el agua y ahora, literalmente, le pegas una patada a una piedra y te salen dos fósiles de trilobites y un amonites.
making off de la foto previa
La altura es considerable y la foto anterior es una prueba al vértigo de la gente. Yo estoy muy predispuesto, pero lo cierto es que llegué hasta allí arrastraculo :)
escenario de peliculas
Si eres muy cinéfilo, esta imagen te puede resultar familiar. El lugar fue escenario de cintas como «El príncipe de Persia» (2010), donde el muro es la puerta de entrada al Valle de los Esclavos; o como Hammumatra, la ciudad de los muertos en «La Momía» (1999)
agrupaciones en el desierto

agrupaciones en el desierto
Volvemos a Rissani, pero esta vez para pasear y ver el mercado. Quizá no tan famoso como el de Marrakech u otra ciudad más turística, pero ciertamente, es más auténtico.
pistas en el desierto

camino a Rissani
Llegamos a la hora de salida del colegio. Cientos, varios cientos de jóvenes y jóvenas salen del colegio y se dirigen andando o en bicicleta abarrotando la gran avenida hacia la población. No me quiero imaginar el pifostio que se montaría aquí si todas las madres fuesen a recogerlos en su todo terreno… Otra de las cosas que me llevo de Marruecos, es la cantidad de niños y niñas que he visto y vista. Muchísimos, y la mayoría escolarizados ─es obligatoria─. Quizá no soy consciente de qué oportunidades laborales tendrán más adelante, pero una población joven, sin duda tendrán. ─tras esta reflexión, no me queda muy claro dónde está el desarrollo─
exterior de la zona del mercado de Rissani
Estaba hablando del mercado de Rissani...
entrando en el mercado de Rissani
La autenticidad de éste se palpa en el ambiente. En su organización, su situación, en sus instalaciones, olores y colores.
especias en el mercado de Rissani

especias en el mercado de Rissani
ah, ¡otra curiosidad más! Tengo entendido que las bolsas de plástico están prohibidas, por lo contaminantes que son, y ¡sorpresa! No te cobran por otra igualmente de plástico, y contaminante, sino que te dan una de fibra biodegradable.
verduras en el mercado de Rissani
Entramos por la zona donde se amontonan los puestos de fruta, verduras, especias, etc. dispensadas en puestos con techos de cañizo y telas sostenidos por palos. El suelo es de tierra pisada.
Puestos de fruta en el mercado de Rissani
Cuando salimos a la calle, los puestos siguen dispersos, esta vez sobre tenderetes aún más ambulantes. Al otro lado de la calle, en un descampado se encuentra el aparcamiento de los burros.
muelle de carga y descarga del mercado
No es aconsejable acercarse mucho, la probabilidad de salir de ahí con un saco de pulgas encima es del 100%
burro
Sí, no me mires así. A mí también me da penilla.
zona de herreros en el mercado
Vamos a hacer un recado a un taller cerca de la zona de carpinteros, donde por preguntar por una lamparita de aceite tipo genio de la lámpara, tuve que poner en práctica mis artes en el regateo. Pensaba que había salido perdiendo, pero acabo de ver una en mil anuncios por el doble de lo que me costó, por lo que me quedo mas conforme.
puesto de herrería
A continuación, nos adentramos por los talleres de los herreros. Aquí no se tira nada, todo se aprovecha. Perfectamente unos ejes de transmisión gastados pueden servir como cinceles tras un paseo por el yunque.
puesto de herrería
Si estaba flipando con los puestos de palos y chamizo, aquí estoy esperando que aparezca Angelina Jolie en busca del arca perdida o algo. Y aún quedan las carnicerías...
pollería en mercado de Rissani
El circuito no ha sido casual, primero hemos ido a afilar la navaja de Antonio, para a continuación dirigirnos a comprar algo de ternera, que él mismo se sirve, y que dentro de unos minutos probaremos a las brasas.
carnicerias en mercado de Rissani
Pero antes quedan las anteriormente citadas pistas del Dakar. En un punto indeterminado de la carretera a Merzouga, nos apartamos a la izquierda y una pista de 30 o 40 metros de ancho, delimitada por piedras a los lados se abre ante nosotros.
polvo del camino
Tenemos vía libre para darle al gas que queramos durante una media docena de kilómetros hasta llegar a Tisserdmine. Un grupito de apenas cuatro casas cerca de la frontera con Argelia.
aparcados en Maison Acacias
Aparte de las escuetas casas de la aldea, apenas encontramos un negocio, «Maison Acacias», donde Antonio suele pasar unos días para desconectar en la tranquilidad del desierto, y que aprovecha para dar a conocer a sus clientes. Poco a poco van ampliando negocio y en breve, sino ya, darán servicios de alojamiento. Nosotros nos conformamos con su barbacoa, y su fresquita terraza, donde damos cuenta de los solomillos que compramos hace unos minutos, entre otros platos locales de yerba.
ensalada
Como parece ser la norma en el lugar, una pandilla de chiquillos, de no más de 6 o 7 años, montan un improvisado mercadillo, a una distancia prudencial, con cuatro cosillas que traen y esperan pacientemente a que les prestemos atención. Mas que comprarles, que algo cayó, los restos de juguetes y ropa que quedaban en el baúl del jeep se quedaron allí.
Maison Acacias
Y hablando de normas, como viene siendo norma en todo el viaje, seguimos sin cogerle el truco al uso horario local y vuelve a hacérsenos tarde. A las cinco y media se hace de noche, y tenemos pendiente el paseo en dromedario para ver la puesta de sol entre las dunas.
paseo en dromedario por las dunas
El grupo que va en los todoterreno sale pitando para disfrutar de la actividad, pero los que vamos en moto, directamente no llegaremos, aunque con la cara que tenemos creo que no nos duele mucho.
Nosotros debemos ir a la kasbah de «Alí el cojo» a recoger las maletas y acercarnos después con la moto al nuevo complejo de haimas que ha montado y donde pasaremos la noche entre dunas.
haimas en el desierto de Alí el Cojo
Desandamos la pista en dirección a la carretera, pero en un punto indeterminado, Antonio gira saliéndose del camino marcado, y campo a través circulamos buscando la mejor trazada en busca de Merzouga. Sin duda, el perfecto colofón al maravilloso día de offroad que estamos disfrutando.
Antes de llegar a la kasbah de Alí, Manel se detiene tras cruzar una zanja. Cuando llego a su altura me insta a continuar, por lo que pienso que querrá hacer alguna foto para sus crónicas. ─algo que debería hacer yo─
anochece en las dunas
Una vez puestas las maletas aparecen con un problema en su moto, y van a esperar a un mecánico. Adolfo y Antonio se quedarán a hacerle compañía hasta que se le solucione la papeleta. El resto seguimos a Alí que nos guía con el coche hasta las haimas.
anochece en las dunas
La puesta de sol en las dunas la veo desde la moto, por lo que tampoco ha estado tan mal.
Una vez en el recinto, como todos están aún con el paseo en camello, elijo haima y aprovecho el tiempo disparando las últimas fotos de la jornada.
anochece en las dunas
El entorno es espectacular, y le hace a uno sentirse privilegiado. Tanto por las haimas, con todos los requisitos de una habitación de hotel, ─ahora vas y dices que te has duchado con agua caliente en el desierto─ como por el lugar en el que se encuentra.
alrededor de la hoguera
Tras la cena, nos juntamos alrededor de la hoguera que hay en el centro del recinto, unos acompañando con una cerveza, otros con una botella de cava que apareció por allí, a comentar el día y planear la jornada de mañana.
alrededor de la hoguera
Como la suerte, en cierta medida no me ha acompañado, tengo que poner una pega. Desde que vi el programa del viaje, albergaba la ilusión de disfrutar del famoso cielo estrellado del desierto. Había luna llena y tal era su reflejo que resultó imposible ver una estrella, por lo que la ilusión se vió difuminada en cuanto me percaté de la situación.
interior de la haima
Con todo el pescado vendido, y la mala sombra por lo de la luna, que me ha jodido, decido irme la cama, al menos podré disfrutar de la habitación, que no desmerece. Una lástima....
Puede continuar el viaje:

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