a Leciñena por la serranía de Cuenca.
Allá por finales del mes de Octubre tuve una cena con los compañeros del ClubYBR para celebrar su 10º aniversario. El lugar elegido fue Leciñena, a unos kilómetros de Zaragoza; dentro del conocido desierto de Monegros. La escapada sería “corta”, subir el sábado y bajar el domingo, pero con unos 1.000 kilómetros entre medias. Algo curioso debería salir. Quise hacer un experimento personal, consistente en subir por nacionales “blogueando” y volver por autovía y comparar experiencias. El resultado fue que no pienso volver a hacer lo de la autovía… ¿pero, y la ida? Esto es lo que me ocurrió:
Planeé llegar hasta Tarancón por A-4 y A-40 para ahorrar tiempo. Es más aburrido pero necesario. Tras un descanso para desconectar del modo AV, con sablazo incluido en un bar de carretera taranconés, inicié mi periplo por vías de doble sentido pasando por Huete, hasta la alcarreña Priego, puerta de entrada a la serranía conquense y localidad natal de Luis Ocaña, donde a la primera ocasión que tuve, desenfundé la cámara para ilustrar un poco esta historia.
En segunda instancia, porque en primera descansa Inesperada, se aprecian los restos de la torre defensiva o albarrana, (torre separada o adelantada de la muralla) conocida como torreón de Despeñaperros, perteneciente a lo que debió ser el sistema defensivo medieval de la villa.
Y cortando el horizonte, la iglesia encomendada a San Nicolas de Bari, -no es otro que el personaje que dió origen a Santa Claus-, cuya construcción sobre una mucho mas pequeña de estilo románico, aconteció allá por 1.531. Como segunda curiosidad, destacar que la construyó el cantero vasco Pedro de Alvíz, quien construyó también el Convento de San Pablo en Cuenca, que es el actual parador de turismo y seguro lo habréis visto en infinidad de fotos.
Se inauguró el día de San Juan de 1.541
Se inauguró el día de San Juan de 1.541
En lugar de adentrarme en el pueblo como llevaba intención, me desvié apenas uno o dos kilómetros por la CM-2108 hasta otro lugar que tenía fichado de otros viajes, de estos sitios que dices: "...a la próxima que venga por aquí". Se trata del Convento del Rosal, o lo que queda de él mejor dicho.
Fue construido en 1525 por iniciativa de un hermano de Luis Carrillo de Mendoza, conde de Priego para una orden de monjas. Según la tradición allí se apareció la imagen de la virgen junto a un rosal que estaba en un extremo del patio de la entrada. Este rosal se mantenía siempre verde con hojas en invierno.
Podía haber dejado la moto en la carretera y dar un paseo por los alrededores, incluso haber preguntado al señor que andaba por allí merodeando si sabía algo del porqué el lugar se encuentra rodeado por una valla metálica y la puerta candada, pero influenciado por el lado oscuro, para poder sacar estas fotos opté por dar la vuelta por un camino que rodea el recinto y llegar andando campo a través hasta el muro.
Finalizada la primera visita y de vuelta al duro asfalto, continué por el sinuoso recorrido de la carretera atravesando la Hoz de Priego, excavada por el río Escabas en la roca caliza,
hacia Beteta, localidad familiar entre otras cosas por proveer de nombre a su homónima hoz
aunque es un poco antes, a la altura de Puente de Vadillos donde dan comienzo los seis kilómetros de acantilados con más de 80 metros de altura, horadados de la roca por el río Guadiela.
Es la primera vez que hago este tramo en este sentido, y como he dicho en alguna otra ocasión, resulta muy enriquecedor, dado que se puede considerar casi como si fuera una ruta desconocida.
Unas tenues voces interrumpen el agreste silencio de la hoz, apenas moteado por el discurrir entre la espesura del pequeño río Guadiela. La curiosidad, esa misma que mató al gato, hace que intente averiguar su origen.
Me sorprende la procedencia; una escalera permite ascender la verticalidad del farallón calizo, en lo que ahora averiguo es el sendero de acceso a la Cueva de la Ramera. En cuya entrada se han encontrado restos de un antiguo poblamiento de la edad del Bronce.
Saciada una y originada otra, no tuve mas remedio que proseguir con mi camino, denominado oficialmente CM-210. Unas decenas de kilómetros mas adelante volví a detenerme, esta vez a la vera del aún joven río Tajo.
Lo cierto es que no se qué es este lugar en particular, en el que existe lo que fue una caseta de información turística, y un camino que se adentra en la espesura hacia lo que parece un negocio hostelero.
Sí que se, que por detenerme aquí, al menos un sustito me ahorré con unos enormes canes que estaban asustados en medio de la carretera a la salida de la curva que forma el puente.
Un breve descanso jugando con la cámara y observando a los dueños de éstos intentando atraerlos hacia sí, me sirven para reponer algo de energía, que ya el cuerpo me pide combustible.
Un breve descanso jugando con la cámara y observando a los dueños de éstos intentando atraerlos hacia sí, me sirven para reponer algo de energía, que ya el cuerpo me pide combustible.
Este pequeño descanso me vino de perlas para afrontar con cierta frescura el resto del recorrido, precioso paisajisticamente, pero algo deteriorado una vez dejada atrás la localidad de Taravilla, que me obligó a extremar la atención ante la puesta en escena de la temida gravilla.
Es dejar atrás la montaraz serranía y apenas percibo la abertura del horizonte, aparece ante mí otra agradable sorpresa -como me gusta esto- que ni siquiera aparece en mi mapa, en forma de salinas interiores.
Estoy ante las denominadas Salinas de Armallá, cercanas a la localidad de Tierzo. Las primeras noticias documentadas de estas salinas datan del siglo X, aunque yacimientos arqueológicos de poblamientos antiguos indican que existieron mecanismos rudimentarios para la obtención de sal desde la época celtíbera (siglos VII – II a.c.).
Esto las convierte en las salinas más antiguas de las que se tiene noticia en la provincia de Guadalajara.
Su apogeo se sitúa en la Edad Media, entre los siglos XI y XIII, donde los árabes las explotaron mas productivamente. Su nombre, de origen musulmán, m.adin al-mallaha significa minas de sal.
Su apogeo se sitúa en la Edad Media, entre los siglos XI y XIII, donde los árabes las explotaron mas productivamente. Su nombre, de origen musulmán, m.adin al-mallaha significa minas de sal.
Su dominio orientaba las actividades de conquista, tras la cual pasaron a manos de los señores de Molina. Posteriormente, en el reinado de Carlos III (1759-1788), como en muchos otros casos, el estado acomete su explotación y promueve su reconstrucción. Desde ese momento mantiene los edificios, pavimentos, canalizaciones y el sistema de explotación que se puede ver en la actualidad.
y, por último, con el desestanco de la sal (1870), pasan a manos privadas.
Me planteé comer en un restaurante que hay a unos metros a pie de carretera, pero desistí ante lo que parecía desde el exterior, una convención de cazadores y no atendían, ante tal gentío, como se merece un sudado motero solitario. Molina de Aragón está a una decena de kilómetros.
A un par de kilómetros de Molina, en el descenso de la colina aneja, se abre un mirador perfectamente acondicionado sobre esta población y su castillo.
De un cartel informativo, se puede leer que el castillo de Molina de Aragón o Molina de los Caballeros, como antiguamente se llamó, es el más grande y monumental de cuantos quedan hoy en la provincia de Guadalajara. Se asienta en la falda del monte que domina la población y el valle del río Gallo, en una zona fronteriza e históricamente estratégica para el dominio de los caminos entre los reinos de Aragón y Castilla. Alcazaba árabe en el siglo XI, hoy se ve enmascarada por las continuas reconstrucciones y reformas llevadas a cabo a lo largo del tiempo.
De un cartel informativo, se puede leer que el castillo de Molina de Aragón o Molina de los Caballeros, como antiguamente se llamó, es el más grande y monumental de cuantos quedan hoy en la provincia de Guadalajara. Se asienta en la falda del monte que domina la población y el valle del río Gallo, en una zona fronteriza e históricamente estratégica para el dominio de los caminos entre los reinos de Aragón y Castilla. Alcazaba árabe en el siglo XI, hoy se ve enmascarada por las continuas reconstrucciones y reformas llevadas a cabo a lo largo del tiempo.
El territorio molinés fue conquistado por el rey aragonés Alfonso I el batallador en 1129 y su castillo engrandecido como fortaleza cristiana por la familia de los Lara, que gobernarían durante dos siglos el territorio y la villa de Molina antes de pasar a formar parte de la corona castellana por matrimonio de Sancho IV y María de Molina en el siglo XIII...
Leyendo sobre el porqué del cambio de nombre, me encuentro con dos viejos amigos, ya mencionados en este blog por otra hazaña por el campo de Montiel. Hablo de Enrique II de Castilla, quién donó Molina a su lugarteniente Bertrand du Guesclin (Beltrán Duguesclín castellanizado), aunque la plebe molinesa se rebeló —en el contexto de la guerra entre Castilla y Aragón— y se decidió poner bajo la soberanía de Aragón en el año 1366, culminando el proceso tres años más tarde con la aceptación por parte del rey aragonés. De esta pertenencia proviene el nombre actual de la ciudad, antes conocida como Molina de los Caballeros. [Wikipedia]
Uno de los símbolos más conocidos de Molina es su puente viejo. Situado sobre el río Gallo. Construido entre los siglos XII y XIII con sillares de piedra arenisca rojiza, lo cual le proporciona su singular aspecto.
Tras una vuelta subido en la moto por una parte de Molina, decidí volver al punto desde el que comencé y comer en un restaurante aledaño al puente. La bella 990 adv que se cuela en el plano, por suerte o por desgracia no es mía.
Fue a la hora de echar a andar, cuando reparé en lo que se conoce como el Giraldo de Molina. La veleta de madera, forrada con chapas metálicas, que representa a un arcángel portando una bandera, rematando la cúpula de la torre del monasterio de San Francisco
No os aburro más con la historia de este monasterio. Os enlazo el artículo de la wikipedia para quién sienta curiosidad.
Proseguí mi camino hacia tierras zaragozanas cual D. Quijote de la Mancha, pero no podía dejar de fotografiar, al menos desde la lejanía el último reducto castellano manchego antes de internarme en tierras aragonesas.
Hablo del castillo de Embid. Castillo del s. XIV, de traza gótica, y pensado aún para torres de asalto y asedios.
La ubicación fronteriza de este castillo entre Aragón y Castilla lo hizo escenario de numerosos enfrentamientos. Fue erigido por Diego Ordóñez, criado de Alfonso XI. Durante la época de Pedro I fue parcialmente destruido, y tras su reconstrucción, volvieron a tomarlo al asalto los aragoneses. En el s. XVIII los ejércitos de los austrias lo quemaron en la Guerra de Sucesión.
Adentrado ya en Aragón, me atrae el paisaje que observo. No se que me da esta comunidad autónoma, pero siempre me sugestiona el rodar por sus carreteras. Con todo esto, arribé en Daroca.
Enésima sorpresa la de hoy, ya que desconocía la espectacularidad de esta ciudad. El problema era que si quería llegar con algo de luz a Leciñena debía obviar cualquier mínima visita a Daroca, por tanto, me tuve que conformar con rondar unos minutos por la Puerta Baja.
Sin duda, una de las entradas monumentales mas imponentes de toda España. Daba la bienvenida a los viajeros procedentes de Levante y Castilla con sus robustas torres rematadas por almenas, construidas en el siglo XVI.
Originaria del s. XIII, su aspecto actual corresponde a la construcción del s. XV. La anchura desmesurada del arco que flanquean los enormes torreones, tiene su sentido en dar salida a las aguas de lluvia que escurren de toda la población.
Justo al lado de la puerta se encuentra la fuente conocida como de los Veinte Caños. Según el panel informativo, se construye en 1638, y constituye uno de los escasos ejemplos de fuente monumental que se conserva en Aragón.
Fue construida para realzar y dar protagonismo a la Puerta Baja, que constituía la entrada principal a la ciudad, en un intento por mostrar una ciudad monumental y triunfalista.
La fuente presenta un programa decorativo de raíz manierista. Consta de veinte caños con forma de rostros humanos, bastante deteriorados, entre los que se sitúan fruteros con peras y uvas. Los rostros se encuentran dispuestos entre pilastras decoradas con grutescos, jarrones y capiteles con figuras de niños arrodillados.
El conjunto se remata con un friso corrido y un frontón con el escudo de la ciudad entre volutas, originalmente coronado por una bola que se eliminó en la restauración del conjunto. Amén
Un último contrapicado y volví a la carretera.
En esta ocasión sería la N-330 hasta pasado el Puerto de la Paniza en un intento por coger la autovía A-23 lo mas tarde posible. Esta circunstancia, me permitió disfrutar unos kilómetros más del colorido entorno que las viñas de la D.O. Cariñena, en pleno otoño, profieren al viajero ávido de estas sensaciones.
En esta ocasión sería la N-330 hasta pasado el Puerto de la Paniza en un intento por coger la autovía A-23 lo mas tarde posible. Esta circunstancia, me permitió disfrutar unos kilómetros más del colorido entorno que las viñas de la D.O. Cariñena, en pleno otoño, profieren al viajero ávido de estas sensaciones.
De aquí a Zaragoza y Leciñena, poco puedo aportar más de interés. Por no aportar, no tengo ni una foto del albergue de la cena. En mi descargo diré que había poquísima luz y no llevaba trípode para poder hacer algo decente.
Al día siguiente, como dije al comienzo de la crónica tenía pensado volver del tirón por autovía, aunque aprovechando la cercanía y que aún no había visto el Pilar de Zaragoza, unos amigos me acompañaron e hicieron de Cicerone durante toda la visita, ilustrándome sobre la historia reciente de la ciudad.
Al día siguiente, como dije al comienzo de la crónica tenía pensado volver del tirón por autovía, aunque aprovechando la cercanía y que aún no había visto el Pilar de Zaragoza, unos amigos me acompañaron e hicieron de Cicerone durante toda la visita, ilustrándome sobre la historia reciente de la ciudad.
¿Qué os voy a contar de este lugar que no sepáis?. Según la tradición, se trata del primer templo mariano de la cristiandad, puesto que en él se conserva y venera el pilar —en realidad, una columna de jaspe— que, según la tradición, fue puesto por la Virgen María quien, viviendo aún en Jerusalén, se habría aparecido en carne mortal al apóstol Santiago el día 2 de enero del año 40.
Como curiosidad hay que hablar de las bombas que se lanzaron sobre la basílica en la Guerra Civil. En la madrugada del tres de agosto de 1936 un bombardero Fokker F-VII del ejército republicano español, volando a baja altura, lanzó cuatro bombas sobre la ciudad; una de ellas cayó en las calles de Zaragoza, fuera del templo; otra cayó en la misma plaza del Pilar, frente a la calle Alfonso, "marcando una cruz en el suelo y levantando cinco adoquines" relataba la prensa de los rebeldes al día siguiente; otra atravesó el techo del templo y la última cayó en el mismo marco dorado del mural de Goya en el Coreto. Ninguna de las bombas estalló, pero el fuerte impacto las destrozó, derramando el explosivo por el fondo de la bóveda. Hoy se exhiben y conservan dos de estos proyectiles en uno de los pilares cercanos a la Santa Capilla.
Sólo me queda por dar las gracias a Jarote, Tino, y el amigo que nos acompañó -del que no recuerdo su nombre-, por acompañarme en la breve visita al Pilar. De vosotros, me despido con la estatua de uno de los ilustres de España, e hijo de Zaragoza. Francisco de Goya.
Espero que os haya gustado, y os emplazo para la próxima.
V'sss
V'sss
Si me ha gustado , Daroca quedó pendiente bordeando por la nacional llamando nuestra atención.
ResponderEliminarSaludos.
Yo la tengo bien apuntada para ir expresamente.
EliminarUn saludo.
Muy buena ruta y crónica. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarGracias a ti por leerla.
EliminarUn saludo.
Preciosa y colorida entrada.. me ha encantado¡¡ Abrazotes.
ResponderEliminarGracias socio, ¡me alegro!
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