Meandro de Melero, Los Arribes del Duero, rfme Touring Challenge 2023
He aprovechado unos anuncios de Antena3 para escribir esta crónica. He querido innovar aportando un enfoque diferente que espero te guste. Pensaba estrenarlo con un proyecto que tengo entre manos, pero se me ha hecho tarde para él, o mejor dicho, esta crónica se me ha presentado antes y he decidido aprovecharla para hacerlo.
Ya en materia, se trata de uno de mis pequeños grandes viajes; a los Arribes del Duero, como indica el título. El motivo de esta escapada ha sido mi participación en la 1ª prueba de la Copa de España de Mototurismo, o Touring Challenge 2023 que organiza la rfme. Con lo que aprovecho para contar mi experiencia en este evento.
¿me acompañas?
Ya en materia, se trata de uno de mis pequeños grandes viajes; a los Arribes del Duero, como indica el título. El motivo de esta escapada ha sido mi participación en la 1ª prueba de la Copa de España de Mototurismo, o Touring Challenge 2023 que organiza la rfme. Con lo que aprovecho para contar mi experiencia en este evento.
¿me acompañas?
Es viernes. El viajero se levanta de la cama ya cansado. El peso de la semana hace mella y la adrenalina del viaje no parece ser suficiente para recuperar el ánimo. No es hasta recibir su dosis del elixir negro cuando el viajero comienza a ser persona y logra terminar de preparar y colocar con brío los últimos detalles antes de arrancar a Desireè. ─Así llama a su fiel montura. Incluso a veces, hablan entre ellos─.
En esta ocasión, inicia el viaje sin llevar lleno el depósito. Apenas le falta media docena de litros en el tanque de la última salida y no merece la pena ir a echar esa cantidad de combustible. Es día lectivo, a la hora de entrada de los coles, y por tanto, tiempo de los miniatascos que encabronan a los culipardos. Sobre todo a los que van con la hora pegada al pardo… Una vez salidos a carretera, el tráfico se relaja bastante, apenas quedan los camiones que van a Portugal. Es lo que tiene vivir en una zona deprimida, que las autovías brillan por su ausencia, y los camiones aún van a Portugal por nacionales. Por suerte, se puede adelantar fácil; aunque nunca está de más extremar la precaución. Precisamente debido a ser una carretera nacional con bastante tráfico, esta vía es bastante crítica y dada a fotógrafos de arcén.
─Yo creo que estás sugestionado, chaval.
─¿Y por qué dices eso?
─Siempre estás con la misma cantinela, pero desde hace un tiempo un poco más de lo normal.
─Pues es posible. Hace poco me hice follower de una red social de estas de tráfico, y en las historias no ponen más que avistamientos de radares, pegasus, y demás aparataje recaudador; lo cual me hace tener la impresión de que ahora están por todos lados.
─No sé de qué te preocupas, si vas pisando huevos.
El viajero disfruta mucho más con el baile y las tiradas largas que con apretarse el cuerpo contra el depósito en las frenadas, por lo que no va excesivamente pasado.
En nada llega a La Puebla de Don Rodrigo, donde decide parar a repostar. Cuanto menos le resulta curiosa la diferencia de precio con la capital para la misma marca y producto. La diferencia se va a los 5 céntimos el litro. En este caso a su favor. No es gran cosa para los 13 litros que va a echar, pero si que tendría diferencia en un depósito mayor.
El viajero no termina de hacer entrar en calor las manos, por lo que cruza la carretera y entra en el bar de enfrente a tomar algo caliente, y de paso dar un bocado. Pide un pincho de tortilla y un café con leche; algo intermedio para un segundo desayuno. Quizá es que esté mal acostumbrado de lo bien que lo tratan en Madrid, pero el sable aún resuena en lontananza. Dos parejas con ropa deportiva se encuentran desayunando copiosamente en una mesa del bar. Deben ser, por lo menos aficionados también a las motos, porque no cesan las miraditas de reojo al motero. En realidad, éstas miraditas van en ambos sentidos.
─¿me pones 2 cortados y 1 con leche, por favor?
Se acaban de trincar un bocata como Dios manda y un par de tercios cada cual.
─¿me pones dos chupitos de Black Label, y la cuenta?
─¡Con dos cojones! Eso es para recuperar las agujetas─ Piensa el viajero al escuchar la comanda. Al menos espero que no sea para el conductor.
En esta ocasión, inicia el viaje sin llevar lleno el depósito. Apenas le falta media docena de litros en el tanque de la última salida y no merece la pena ir a echar esa cantidad de combustible. Es día lectivo, a la hora de entrada de los coles, y por tanto, tiempo de los miniatascos que encabronan a los culipardos. Sobre todo a los que van con la hora pegada al pardo… Una vez salidos a carretera, el tráfico se relaja bastante, apenas quedan los camiones que van a Portugal. Es lo que tiene vivir en una zona deprimida, que las autovías brillan por su ausencia, y los camiones aún van a Portugal por nacionales. Por suerte, se puede adelantar fácil; aunque nunca está de más extremar la precaución. Precisamente debido a ser una carretera nacional con bastante tráfico, esta vía es bastante crítica y dada a fotógrafos de arcén.
─Yo creo que estás sugestionado, chaval.
─¿Y por qué dices eso?
─Siempre estás con la misma cantinela, pero desde hace un tiempo un poco más de lo normal.
─Pues es posible. Hace poco me hice follower de una red social de estas de tráfico, y en las historias no ponen más que avistamientos de radares, pegasus, y demás aparataje recaudador; lo cual me hace tener la impresión de que ahora están por todos lados.
─No sé de qué te preocupas, si vas pisando huevos.
El viajero disfruta mucho más con el baile y las tiradas largas que con apretarse el cuerpo contra el depósito en las frenadas, por lo que no va excesivamente pasado.
En nada llega a La Puebla de Don Rodrigo, donde decide parar a repostar. Cuanto menos le resulta curiosa la diferencia de precio con la capital para la misma marca y producto. La diferencia se va a los 5 céntimos el litro. En este caso a su favor. No es gran cosa para los 13 litros que va a echar, pero si que tendría diferencia en un depósito mayor.
El viajero no termina de hacer entrar en calor las manos, por lo que cruza la carretera y entra en el bar de enfrente a tomar algo caliente, y de paso dar un bocado. Pide un pincho de tortilla y un café con leche; algo intermedio para un segundo desayuno. Quizá es que esté mal acostumbrado de lo bien que lo tratan en Madrid, pero el sable aún resuena en lontananza. Dos parejas con ropa deportiva se encuentran desayunando copiosamente en una mesa del bar. Deben ser, por lo menos aficionados también a las motos, porque no cesan las miraditas de reojo al motero. En realidad, éstas miraditas van en ambos sentidos.
─¿me pones 2 cortados y 1 con leche, por favor?
Se acaban de trincar un bocata como Dios manda y un par de tercios cada cual.
─¿me pones dos chupitos de Black Label, y la cuenta?
─¡Con dos cojones! Eso es para recuperar las agujetas─ Piensa el viajero al escuchar la comanda. Al menos espero que no sea para el conductor.
Recuperado, al menos de temperatura manual, el viajero continúa dirección Badajoz hasta la presa del García de Sola. Hasta aquí el entorno es familiar. Incluso la semana pasada hizo ruta por estos andurriales, lo que provoca que apenas tenga interés en el desplazamiento. Es a partir de la presa, desde donde el viajero no recuerda haber pasado antes, aunque no está seguro de que no le falle la memoria. El embalse de García de Sola, en contra de sus primos cercanos está bastante alto de cota, diría que casi lleno. Apenas se puede apartar la vista de la carretera, por lo sinuoso y estrecho del trazado, pero entre la vegetación de los aledaños se puede entrever lo que hay al otro lado. Se aprecian verdaderas postales de otras latitudes, con pinares y eucaliptos jalonando los peñascos puntiagudos que emergen de las aguas.
En Valdecaballeros el agua queda atrás y las plantas cambian de morfología. De los eucaliptos, pinos y bosque mediterráneo pasamos a plantas fotovoltáicas, centrales nucleares y varios kilómetros de algo que el viajero no sabe interpretar: se trata de alcornoques jóvenes dispuestos en hileras como cualquier otro cultivo hortofrutícola, pero podría ser una plantación para obtener corcho, un trufar o un campo de entranimento de ardillas. El viento quiere hacer acto de presencia y sumarse a este viaje. Sopla de costado, haciéndose notar cuando se rueda por un pequeño altiplano.
En Valdecaballeros el agua queda atrás y las plantas cambian de morfología. De los eucaliptos, pinos y bosque mediterráneo pasamos a plantas fotovoltáicas, centrales nucleares y varios kilómetros de algo que el viajero no sabe interpretar: se trata de alcornoques jóvenes dispuestos en hileras como cualquier otro cultivo hortofrutícola, pero podría ser una plantación para obtener corcho, un trufar o un campo de entranimento de ardillas. El viento quiere hacer acto de presencia y sumarse a este viaje. Sopla de costado, haciéndose notar cuando se rueda por un pequeño altiplano.
Al viajero se le hacen eternos, siempre, la docena de kilómetros que separan el Puerto LLano de Guadalupe. Sin excepción, cada vez que ha pasado por aquí le ha sucedido lo mismo. En fin de semana, el acceso a la plaza del Monasterio de Guadalupe está restringido, por lo que para hacer alguna fotito debes venir en día de diario.
El itinerario elegido continúa cruzando la comarca de los Ibores hacia Navalmoral de la Mata. La carretera de los Ibores, o EX-118 es un deleite para los viajes en moto. Un continuo vaivén de curvas enlazadas a media ladera que es agua bendita contra la enfermedad de los neumáticos cuadrados. El viajero cruza Navalvillar y Castañar de Ibor sin detenerse.
─Estaría bien comprar un queso, ¿no? Que aquí tienen D.O.
─Sí, pero no se si hacerlo el primer día será buena idea, por eso del frío.
─No se de donde te sacas eso. Es queso, coño, un alimento milenario y de todos es sabido que los Íberos no tenían frigoríficos nofrost.
La comarca de Los Ibores queda atrás a la altura del embalse de Valdecañas, que retiene el caudal del Tajo.
─Estaría bien comprar un queso, ¿no? Que aquí tienen D.O.
─Sí, pero no se si hacerlo el primer día será buena idea, por eso del frío.
─No se de donde te sacas eso. Es queso, coño, un alimento milenario y de todos es sabido que los Íberos no tenían frigoríficos nofrost.
La comarca de Los Ibores queda atrás a la altura del embalse de Valdecañas, que retiene el caudal del Tajo.
Unos metros antes de llegar al puente que salva las aguas, a pie de carretera, se encuentra lo que quedaba del Templo romano de Augustóbriga, o Los Mármoles.
Estos restos fueron trasladados de la población de Talavera la Vieja; heredera de la romana Augustóbriga, y que quedaría sumergida bajo las aguas con la construcción del embalse.
Estos restos fueron trasladados de la población de Talavera la Vieja; heredera de la romana Augustóbriga, y que quedaría sumergida bajo las aguas con la construcción del embalse.
El viajero deja la excelsa EX-118 ─¿es posible que la EX de la definición venga de ahí, de excelsa?─ girando a la izquierda en la carretera de Valdehúncar; mucho más estrecha, pero muy entretenida también. La iglesia de Valdehúncar es maciza, de gruesos muros de granito. De hecho, las rocas de granito es lo que conforma el paisaje por estos páramos. A la salida del pueblo, el asfalto es nuevo. A continuación al viajero le espera una cosa muy fea, pero necesaria en el día de hoy: autovía hasta Plasencia. Llegando desde este lado, Plasencia aparece de sopetón recostada sobre la falda contraria del valle que forma el río Jerte con las agujas de su catedral marcando territorio entre la maraña de edificios actuales que la rodean. En su momento, cuando estos no estaban, tuvo que ser más resultona.
El viajero toma la N-110. Se encamina tranquilamente hacia el famoso Valle del Jerte. El camino se hace rápido, puesto que no hay apenas tráfico. El problema de esta carretera radica en el aumento exponencial que debe de tener en la época de floración y lo pagan durante el resto del año. La carretera es bonita, y el entorno también; aunque ahora en invierno con los árboles sin hojas, resultan casi transparentes y da la sensación de que el valle está sin vida; en roca viva.
Un par de kilómetros después de cruzar Cabezuela del Valle, el viajero deja la carretera nacional para iniciar el ascenso por una carretera muy muy estrecha, en la que apenas caben dos vehículos a la par, al puerto de Honduras; por la CC-102. Al menos está bien asfaltada y aunque la estrechez no invita a la velocidad, tampoco es necesario.
En un mirador que encuentra, en lo que el viajero cree erróneamente es cercano a final de puerto, se detiene a terminar de apreciar el Valle del Jerte, y quitarse algo de ropa. Por primera vez en este año, se pone los guantes de verano. Un 10 de marzo.
El puerto continúa al menos otros 4 o 5 kilómetros; los dos últimos de ellos en un estado de asfalto algo mas descarnado. Sin embargo, el descenso al Valle del Ambroz y Hervás es puro espectáculo.
A efectos prácticos, el viajero no podrá decir que conoce Hervás, aunque sí que ya ha pasado por él y «disfrutado de su gastronomía» ─dicho en tono jocoso─. Se detiene a comer en un bar de la zona nueva, y en vez de pedir el menú rutero consistente en bocadillo lomoquesomayonesa, como dice que está a dieta se pide un plato combinado; nada del otro mundo. Con el estómago lleno, eso sí, el viajero retoma el camino en busca de la N-630, o vía de La Plata. Va buscando Baños de Montemayor.
Con esta población el viajero tiene una cuenta pendiente. Antes de que nos guardaran en la pandemia en nuestra casa, éste se encontraba planeando el viaje de semana santa. En ese año quería hacer la vía de la plata, y estaba buscando alojamiento en Baños de Montemayor para la etapa correspondiente, cuando de todos es sabido que, como a todos, le jodieron los planes. Después de toda la película, no prosiguió con la idea.
En Béjar, con su sierra nevada a la espalda, el viajero vuelve a dejar las carreteras de primer orden para internarse en la sierra por la SA-220. La Calzada de Béjar, Valdehijaderos, Horcajo y Colmenar de Montemayor son pueblos que conservan su antigüedad. Si les quitas el excelente asfaltado, las fotografías podrían calcarse con las hechas a mediados del siglo pasado. Da gusto pasar en estos momentos por esta zona. Las últimas lluvias hacen que el verdor de las praderas esté cercano al fosforito, y el agua está por todas partes, cunetas, rieras, praderas encharcadas. Es un paraíso, siempre y cuando no tengas que meterte en el lodazal; visto desde la firmeza de un asfalto estupendo durante kilómetros y kilómetros.
Con esta población el viajero tiene una cuenta pendiente. Antes de que nos guardaran en la pandemia en nuestra casa, éste se encontraba planeando el viaje de semana santa. En ese año quería hacer la vía de la plata, y estaba buscando alojamiento en Baños de Montemayor para la etapa correspondiente, cuando de todos es sabido que, como a todos, le jodieron los planes. Después de toda la película, no prosiguió con la idea.
En Béjar, con su sierra nevada a la espalda, el viajero vuelve a dejar las carreteras de primer orden para internarse en la sierra por la SA-220. La Calzada de Béjar, Valdehijaderos, Horcajo y Colmenar de Montemayor son pueblos que conservan su antigüedad. Si les quitas el excelente asfaltado, las fotografías podrían calcarse con las hechas a mediados del siglo pasado. Da gusto pasar en estos momentos por esta zona. Las últimas lluvias hacen que el verdor de las praderas esté cercano al fosforito, y el agua está por todas partes, cunetas, rieras, praderas encharcadas. Es un paraíso, siempre y cuando no tengas que meterte en el lodazal; visto desde la firmeza de un asfalto estupendo durante kilómetros y kilómetros.
Descendiendo una colina, tras un par de curvas de herradura el viajero cruza el río Alagón a través de un antiguo puente de piedra de 6 ojos. Una curva más adelante encuentra un mirador muy bien acondicionado; debe ser bastante nuevo. Se trata del mirador de La Junta, y desde él se puede ver la junta, valga la rebuznancia.
Ya en serio, se puede ver como el río Cuerpo de Hombre tributa sus aguas al Alagón. Con la cantidad de agua que hay en los alrededores, los ríos bajan con cierto caudal y el viajero tiene la impresión de ver la confluencia de estos ríos en un momento optimo.
Otros poquitos kilómetros más adelante el viajero llega a Sotoserrano, donde gira a la izquierda para dirigirse a Riomalo de Abajo. En esta población toma una pista encementada que se adentra en el bosque de pinos. Pasados algo menos de 4 kilómetros llega a un mirador. Lo del cemento es el resultado de la fama, y se ha arreglado hace muy poco. Cuando este lugar comenzó a circular por los círculos de destinos curiosos, para llegar hasta aquí había que hacer este mismo camino pisando tierra, lo cual era más «aventurero».
El sitio en cuestión es el conocido como Meandro del Melero. Como su nombre indica se trata de un meandro de libro, gigante, que el río Alagón hace en este punto. Como curiosidad que pocos se han percatado es que el mirador está en Extremadura, pero el meandro en sí, es Castellanoleonés.
Al igual que antes en el mirador anterior, el viajero se siente afortunado por poder disfrutar de este lugar con tal cantidad de agua. Hasta no hace mucho, las fotos de las redes sociales lo pintaban seco. Al momento de irse ya con la moto encendida y a falta de cerrar el último guante, llega un motero, con el que intercambia un par de frases; de camino se cruza con un par de familias. Este lugar es concurrido.
Al igual que antes en el mirador anterior, el viajero se siente afortunado por poder disfrutar de este lugar con tal cantidad de agua. Hasta no hace mucho, las fotos de las redes sociales lo pintaban seco. Al momento de irse ya con la moto encendida y a falta de cerrar el último guante, llega un motero, con el que intercambia un par de frases; de camino se cruza con un par de familias. Este lugar es concurrido.
El viajero debe desandar camino hasta llegar de nuevo a Sotoserrano. No lleva intención de detenerse. Ya se detuvo hace un momento en Riomalo de Abajo a tomar un café, pero el precioso mural que adorna la pared de una casa anexa a la carretera le hace dar la vuelta.
Además, ya que se baja de la moto, pues decide adentrarse en el pueblo. Todo un acierto para conocer su bonita plaza mayor.
Las carreteras de esta zona están resultando deliciosas. Se ven carteles de aviso a los motoristas. Tanto de que te pueden vigilar con drones y radares y helicópteros y videntes, como de las bajas que han registrado en los últimos años. Los han debido de inventar hace poco. Esto tiene dos lecturas: 1º que esta carretera es frecuentada por motoristas, por lo que debe ser fantabulosa; y 2º que por aquí los fines de semana no hay quien pare de lo que se tiene que liar. Se dirige hacia Miranda del Castañar, donde pese a que oficialmente deja atrás el Parque natural de las Batuecas-Sierra de Francia, la carretera sigue prestándose a limar los flancos del neumático.
En San Esteban de la Sierra el viajero deja la esbelta carretera SA-205 para girar a la derecha por lo que parece un camino vecinal. De hecho, durante unos segundos llega a pensar que se ha equivocado. La carreterita sigue estrecha, pero una vez visto el hito kilométrico ya no tiene duda. Se dirige hacia Los Santos. Concretamente a ver su Parque temático del Granito.
─¿qué es eso?
─queso, no te jode; pues una frikada que se han inventado en este pueblecito, y que es una verdadera pasada. Tienen una serie de esculturas o monumentos hechos de granito que bien merecen la visita.
─como mola, incluso hay un estonjen.
─queso, no te jode; pues una frikada que se han inventado en este pueblecito, y que es una verdadera pasada. Tienen una serie de esculturas o monumentos hechos de granito que bien merecen la visita.
─como mola, incluso hay un estonjen.
Tras el ratito de la visita, el viajero continúa ruta; Fuenterroble de Salvatierra y su iglesia de gruesos muros de granito lo ven pasar por el desvío camino a Guijuelo.
─Estaría bien comprar un poco de jamón, ¿no? Que aquí tienen buen nombre.
─Sí, pero no se si hacerlo el primer día será buena idea, por eso del frío.
─No te lo crees ni tú.
El itinerario por la travesía de Guijuelo pone los dientes largos al viajero, con tiendas de productos relacionados con el cerdo ibérico por todos lados, pero ya va demasiado cansado y teme lo peor. No quiere llegar de noche a Zamora, y como siempre, la ruta la ha pensado demasiado entretenida. Pide perdón a su yo del futuro, aprieta los dientes y no se detiene a comprar nada. Antes de tomar la autovía, se detiene a reponer los guantes de invierno, tapones y un último tragito de agua.
─Estaría bien comprar un poco de jamón, ¿no? Que aquí tienen buen nombre.
─Sí, pero no se si hacerlo el primer día será buena idea, por eso del frío.
─No te lo crees ni tú.
El itinerario por la travesía de Guijuelo pone los dientes largos al viajero, con tiendas de productos relacionados con el cerdo ibérico por todos lados, pero ya va demasiado cansado y teme lo peor. No quiere llegar de noche a Zamora, y como siempre, la ruta la ha pensado demasiado entretenida. Pide perdón a su yo del futuro, aprieta los dientes y no se detiene a comprar nada. Antes de tomar la autovía, se detiene a reponer los guantes de invierno, tapones y un último tragito de agua.
A partir de aquí será todo autovía hasta Zamora.
«La bien cercada» recibe al viajero con un ocaso en tonos pastel. Con un azul rebosante de azúcar y las nubes de un rosa algodonado. Unos segundos antes de poner la intermitencia en la salida de la autovía, todo se vuelve dorado. Cada cual reconoce buenos presagios donde quiere.
«La bien cercada» recibe al viajero con un ocaso en tonos pastel. Con un azul rebosante de azúcar y las nubes de un rosa algodonado. Unos segundos antes de poner la intermitencia en la salida de la autovía, todo se vuelve dorado. Cada cual reconoce buenos presagios donde quiere.
Siguiente día: Sábado
El viajero no ha dormido bien. De la decena de veces que ha abierto el ojo durante la noche, es en la última, unos minutos antes de que el reloj toque la alarma cuando este se pone en pie. Tiene tiempo de sobra hasta que llegue al punto de salida y verificación de la primera prueba del Touring Challenge 2023 en la Plaza de Viriato de Zamora; frente al Parador.Poco a poco van llegando motos, en chorreo, una; otra; un par mas; un grupito de cuatro o cinco. Los que se conocen, que por lo que se puede apreciar, son la mayoría, se saludan con efusividad.
El viajero esperaba encontrarse con una mayoría de modelos BMW, pero lo que más le sorprende son la cantidad de Goldwings, así como el mínimo número de Ducatis y KTM, por no decir ninguna. El grupo es bastante heterogéneo.
Transcurridos los actos iniciales: inscripciones, charla previa y todo lo que el evento conlleva, la comitiva inicia recorrido en grupo. Una serpiente de más de medio centenar de motos cruza los páramos dejando atrás Zamora.
Como pasa en estas ocasiones, pese a llevar preparado el itinerario, el viajero no se preocupa del recorrido y se deja llevar; casi no tiene ni idea de por donde van, o lo llevan.
El trazado es bastante monótono hasta alrededor de uno de los múltiples brazos del embalse de Ricobayo, donde se cruza y deja atrás por el último de los tres puentes de Manzanal del Barco. ─La historia dirá si es el último─. En Carbajales de Alba se cambia de carretera y se inicia un entretenido camino que llevará hasta las aguas del río Esla; se cruza por el Puente de Valdoradas y se vuelve a ascender al altiplano en una suerte de mini puerto de montaña.
La tónica general, al igual que ayer desde que el viajero entró en el Valle de Ambroz, es la del agua por todos lados. Charcos, rieras, todo está lleno de agua. Lástima que aún sea invierno y el arbolado caduco aún no acompañe; el verde del suelo rebosando líquido elemento es un monumento para quién viene del secano.
La visita al puente de Requejo se ha cancelado, puesto que acaban de cerrar la carretera para realizar tareas de mantenimiento sobre el puente; de repintado concretamente. Este es el motivo por el que la ruta original se ve alterada en su recorrido. El itinerario alternativo nos lleva seguir por la N-122 desde Fonfría en dirección a Alcañices para desviarnos a la izquierda a los pocos kilómetros y entrar a Portugal por Moveros. De aquí se volverá a enlazar con el plan original en Miranda do Douro.
Por esta parte hay varios sitios donde el viajero se detendría a la observación y hacer alguna foto si se tercia, pero no es plan de apartarse de la sintonía del grupo.
El trazado es bastante monótono hasta alrededor de uno de los múltiples brazos del embalse de Ricobayo, donde se cruza y deja atrás por el último de los tres puentes de Manzanal del Barco. ─La historia dirá si es el último─. En Carbajales de Alba se cambia de carretera y se inicia un entretenido camino que llevará hasta las aguas del río Esla; se cruza por el Puente de Valdoradas y se vuelve a ascender al altiplano en una suerte de mini puerto de montaña.
La tónica general, al igual que ayer desde que el viajero entró en el Valle de Ambroz, es la del agua por todos lados. Charcos, rieras, todo está lleno de agua. Lástima que aún sea invierno y el arbolado caduco aún no acompañe; el verde del suelo rebosando líquido elemento es un monumento para quién viene del secano.
La visita al puente de Requejo se ha cancelado, puesto que acaban de cerrar la carretera para realizar tareas de mantenimiento sobre el puente; de repintado concretamente. Este es el motivo por el que la ruta original se ve alterada en su recorrido. El itinerario alternativo nos lleva seguir por la N-122 desde Fonfría en dirección a Alcañices para desviarnos a la izquierda a los pocos kilómetros y entrar a Portugal por Moveros. De aquí se volverá a enlazar con el plan original en Miranda do Douro.
Por esta parte hay varios sitios donde el viajero se detendría a la observación y hacer alguna foto si se tercia, pero no es plan de apartarse de la sintonía del grupo.
Enlazando cruces y carreteras llegamos a Fermoselle, donde está organizado el ágape. La comitiva aparca en la plaza de la población, habilitada para tal evento.
Mientras el grupo llena la barriga en el bar España, el viajero se toma un botellín de agua, pica 2 champiñones a la plancha y se va a dar una vuelta por el pueblo. En estos tiempos le llena más conocer Fermoselle.
Mientras el grupo llena la barriga en el bar España, el viajero se toma un botellín de agua, pica 2 champiñones a la plancha y se va a dar una vuelta por el pueblo. En estos tiempos le llena más conocer Fermoselle.
─¿has pensado en lo que cuesta el agua?.
─Pues no.
─Te piden 1€ y a veces más por apenas 33cl. Eso sale a 3€ el litro. Ahora vas y te quejas del precio de la gasolina.
─Pues no.
─Te piden 1€ y a veces más por apenas 33cl. Eso sale a 3€ el litro. Ahora vas y te quejas del precio de la gasolina.
Tras el picoteo, la gente comienza a marcharse y continuar la ruta por su cuenta. El viajero, que prefiere rodar en solitario para parar donde y cuanto lo estime preciso, no duda un segundo y se pira de allí.
─No te vendría mal socializar un poco. Melón.
─Lo sé, pero qué se le va a hacer.
─No te vendría mal socializar un poco. Melón.
─Lo sé, pero qué se le va a hacer.
Tras un pequeño grupo de unas 5 motos, el viajero inicia el, mas que interesante, descenso que lleva de Fermoselle a la presa del embalse de Bemposta, de nuevo frontera hispano-portuguesa. ─La crónica de la página de la rfme recomienda continuar hasta la localidad portuguesa de Bemposta y curvear ese tramo.
Volviendo sobre sus pasos, el viajero se detiene en una especie de apartadero que hace las veces de mirador sobre uno de los arribes.
De vuelta a Fermoselle, el viajero toma la carretera de Trabanca, la ZA-316, a la sazón, la peor del día, en lo que a calidad de asfalto se refiere, muy deteriorado; ni mucho menos por belleza visual. Por medio de esta vía se debe cruzar el arribe del río Tormes a través del puente de San Lorenzo, tal y como se viene haciendo desde hace más de 150 años.
Desde Miranda de Duero, ─antes lo dije en Portugues─ el viajero se viene fijando y pensando a la vez, ─cosa compleja en un hombre, pero no del todo anómala─ que la geomorfología de la zona es peculiar. El agua con el paso de los milenios ha ido horadando su camino hasta formar lo que conocemos como «Arribes». La diferencia radica en el caudal o el tiempo de cada río para determinar su profundidad. De hecho, aunque se conocen todos como arribes del Duero, existen también arribes del Águeda, del Esla, del Huebra, del Tormes y de las Uces.
Desde Miranda de Duero, ─antes lo dije en Portugues─ el viajero se viene fijando y pensando a la vez, ─cosa compleja en un hombre, pero no del todo anómala─ que la geomorfología de la zona es peculiar. El agua con el paso de los milenios ha ido horadando su camino hasta formar lo que conocemos como «Arribes». La diferencia radica en el caudal o el tiempo de cada río para determinar su profundidad. De hecho, aunque se conocen todos como arribes del Duero, existen también arribes del Águeda, del Esla, del Huebra, del Tormes y de las Uces.
En Trabanca, justo al lado de la intersección con la carretera que viene de Villarino el viajero se detiene en el bar para ver si le dan algo de comer. El local es humilde, pero estos suelen ser los que mejor le dan de comer.
Un señor cachopo y una poca hierba después, el viajero inicia el camino hacia la Almendra; que no es un postre, sino la mayor ─mas alta, con 202 m.─ presa de España. Sin duda alguna, se trata de la construcción más impresionante que el viajero ha visto en su vida.
No es solo la altura lo que le flipa, sino que desde que entras en el hormigón de la presa, pasan muchos metros (2.4 km) hasta que llegas a la zona de compuertas y a la otra punta. La burrada de hormigón que debe haber vertido aquí…
El viajero ya se encuentra cansado, pero aún le queda una hora de ruta. Cruza la comarca de Sayago y la presa del embalse de Salto de Villalcampo que está prácticamente lleno; debe ser pequeño. Unos kilómetros después el de Ricobayo, con bastante menos agua.
Ya en Zamora, no quiere dejar pasar de hacer algunas fotillos. Uno de los requisitos del Touring Challenge es que hay que cumplir unos horarios, y al viajero no le gusta llegar tarde, o al menos mucho. Si se entretiene es posible que llegue tarde. Está cansado y no tiene frescura para pensar fotos interesantes, por lo que con una al puente de piedra se da por satisfecho.
La apertura del parque cerrado ya se realizará de noche, y solo existe el pensamiento de llegar al hotel para ducharse y cagar. No exactamente en ese orden.
Como siempre, tarde y con posterioridad se le courre que podría haber aprovechado para unas fotos nocturnas con la Catedral de fondo, y/o donde hubiese podido meter la moto. Pero ya no tiene solución.
Como siempre, tarde y con posterioridad se le courre que podría haber aprovechado para unas fotos nocturnas con la Catedral de fondo, y/o donde hubiese podido meter la moto. Pero ya no tiene solución.
Tercer día. Regreso.
Es domingo y toca ruta de regreso. El viajero se levanta a buena hora; está claro que la ruta elegida no será la más rápida, ni la más corta. Termina de empaquetar el equipaje, paga la cuenta y se va del hotel que le ha servido de hospedaje en esta visita a Zamora. Se acerca a la gasolinera para salir con el depósito lleno. A unos cientos de metros hay una Repsol. Deja Zamora por la carretera de Fuentesaúco. El sol está bajo y da de cara; junto con una especie de neblina, hace que este comienzo de ruta no luzca mucho. Pasa por Gema.─¿Qué fue antes, el nombre del pueblo o de la mujer?
─¿lo fundaría una Gema?
A partir de El Piñero se aprecia ostensiblemente un incremento en el interés de la carretera. De aquí hasta Fuentesaúco el trazado junto con el terreno y el ambiente/paisaje hacen un placer el rodar por este trayecto. El viajero enlaza su media docena de curvas con algún que otro repechito, con su respectiva bajada, más curvas enlazadas, otro repechito, en un asfalto digno de pasar revista; y sin tráfico. Si por un casual levanta la vista del trazado, el verde de los campos de cereal hasta donde alcanza la vista no le hace defecto al momento.
El nombre de Fuentesaúco resulta familiar al viajero aunque no recuerda porqué; de algún evento televisivo, o turístico, quizá de alguna fiesta tradicional. Después viene Cañizal y después Vallesa de la Guareña. Aquí un cartel cultural invita al viajero a ver la iglesia románica de Olmo de Guareña. Para ello es necesario desviarse 3 kilómetros. En esta ocasión sí que acepta y se acerca a verla. En Olmo se convierte en la novedad de la mañana. Tres vecinos se asoman a la calle a ver qué hace ruido y perturba su tranquilo domingo.
Esta iglesia del siglo XII catalogada como románico zamorano es el final del tramo mágico que venía rodando. De vuelta a Vallesa de la Guareña se termina de subir un pequeño repecho y la llanura castellana se presenta con toda su extensión. Sin avisar. El viajero deberá afrontar kilómetros y kilómetros de carretera recta. Ni un mísero cambio de rasante hasta Peñaranda de Bracamonte.
Rodar por aquí con tan poco aliciente invita a observar e imaginar historias de tiempos pretéritos en los que el músculo económico de Castilla salía de estos campos. Los pueblos poseen nombres históricos, con empaque, con apellidos como Torres, o Frontera.
Algo llama la atención al cruzar por Aldeaseca de la Frontera. Puede que solo el nombre y lo que en ese momento cruzase por su cabeza hacen apartarse a la plaza y detener su camino con la observación de la Iglesia de la Asunción.
Rodar por aquí con tan poco aliciente invita a observar e imaginar historias de tiempos pretéritos en los que el músculo económico de Castilla salía de estos campos. Los pueblos poseen nombres históricos, con empaque, con apellidos como Torres, o Frontera.
Algo llama la atención al cruzar por Aldeaseca de la Frontera. Puede que solo el nombre y lo que en ese momento cruzase por su cabeza hacen apartarse a la plaza y detener su camino con la observación de la Iglesia de la Asunción.
En Peñaranda de Bracamonte el viajero decide parar a tomar un café. No lleva prisa y pasa dentro del pueblo a hacerlo. El bar está preparandose para la hora del aperitivo y tiene dispuesto todo su muestrario de tapas en los expositores. Hoy es un buen día para probar el famoso farinato.
Después de Peñaranda, el itinerario pasa a dejar de ser lógico. Las carreteritas estrechas con mejor o peor firme se suceden. De esta forma es como se pueden conocer lugares como la Fuente del Oro, en Mancera de Abajo. O darse cuenta que el siguiente pueblo en dirección sur se llama Mancera de Arriba.
Tales son algunas estrecheces, que cuando el viajero toma la AV-110 hacia Muñico, le parece una autopista. Poco dura la alegría en la casa del pobre, puesto que el siguiente desvío, la AV-120 vuelve a quedarse en un estrecho carril.
Casi sin darse cuenta, el viajero se ha presentado delante de la sierra de Gredos y en un momento se encuentra ascendiendo las primeras rampas. La temperatura se multiplica. Los insectos comienzan a pintar de chipazos la cúpula parabrisas. Una familia hace senderismo con su pareja de niños dando palos a todo lo que se les pone por delante. Se cruza con la primera moto del día y un grupito de esforzados ciclistas. Tras una curva, aparece una cascada de agua.
Unos metros más adelante, se entera de que se trata del saltarín curso del río Almar que cruza la carretera otros pocos metros antes del pueblo de San Juan del Olmo. Un pequeñito pueblo de granito que se asoma desde su llano a los cortados de la sierra. Aún no es final de puerto. La carretera sigue serpenteando cuesta arriba mostrando a su lado una necrópolis y a continuación un pequeño tesoro que el viajero ya conoce de otra excursión.
Se trata de la Ermita de Ntra. Sra. de Las Fuentes, y tal vez desde fuera no aparente mucho interés pese a ser una construcción del siglo XVII, pero el verdadero tesoro se encuentra en la policromía de su interior.
La primera acometida de la sierra de Gredos queda coronada en el puerto de Las Fuentes. El viajero se detiene un poco más abajo, a quitarse otra capa de abrigo. Toma un trago y termina la bolsa de frutos secos escuchando el canto de los pájaros. Pasa otra moto. Vuelve el silencio y se vuelven a escuchar los pájaros. Casi da pena continuar.
El descenso hasta Muñana es rápido. La carretera está buena. Incluso a partir de Muñana vuelven los dos carriles. El viajero cruza la N-110 y sigue recto por la recta hacia Narros del Puerto. Cruza el río Adaja y ya se encuentra en la otra cara del Valle del Amblés coqueteando de nuevo con las rampas.
Casi sin querer, se da de bruces con otra carretera nacional. Esta vez la N-502, la cual sí que toma en esta ocasión. Deja atrás pueblos como La Hija de Dios; que aparte de un nombre curioso, que podría pasar por apócrifo; posee otra necrópolis, y un atractivo para el frikerio: Ahora están de moda las localizaciones de Juego de Tronos, pero antes fue Conan. Aquí se rodó alguna escena de esa película.
Atrás quedan también Robledillo y Solosancho donde abandona la nacional.
Esta zona es muy rica en patrimonio cultural con yacimientos como el Castro Vetón de Ulaca y el castillo de Manqueospese. Por supuesto, pendientes para otra ocasión.
Casi sin querer, se da de bruces con otra carretera nacional. Esta vez la N-502, la cual sí que toma en esta ocasión. Deja atrás pueblos como La Hija de Dios; que aparte de un nombre curioso, que podría pasar por apócrifo; posee otra necrópolis, y un atractivo para el frikerio: Ahora están de moda las localizaciones de Juego de Tronos, pero antes fue Conan. Aquí se rodó alguna escena de esa película.
Atrás quedan también Robledillo y Solosancho donde abandona la nacional.
Esta zona es muy rica en patrimonio cultural con yacimientos como el Castro Vetón de Ulaca y el castillo de Manqueospese. Por supuesto, pendientes para otra ocasión.
El viajero va enlazando carreteritas estrechas, de tercer y cuarto orden hasta casi llegar a Ávila capital. En un punto pasado Riofrío se llega a ver el perfil de la ciudad amurallada en el horizonte.
Toma la AV-900 en dirección contraria. Se nota la proximidad de la capital. El asfalto está impoluto y el tráfico se multiplica por momentos. El Puerto de Navalmoral se asciende de forma atenuada por esta vertiente, de hecho, casi ni se nota. Todo lo contrario a la vertiente sur, con un descenso vertiginoso y sus curvas de 180º. Como Dios quiere y manda. Empiezan a verse muchísimas motos rodando por aquí.
El itinerario continúa hasta Burgohondo. Aquí se huele; no, mejor dicho, se vive el ambiente motero. Se nota que este pueblo es un punto neurálgico del que parten diferentes carreteras, todas buenas. El viajero no había estado por esta zona un domingo primaveral con solecito, y no se imaginaba el ambiente que hay. En todos los bares hay decenas y decenas de motos aparcadas con sus propietarios refrescando el gaznate. Como si se tratase de una simbiosis, si hay centenas de motos, debe haber fuerzas de seguridad de tráfico velando por su seguridad. De cine cómico podría resultar la escena en la que, a la salida de Burgohondo un coche patrulla de la Guardia Civil entra al pueblo por la carretera con una treintena de motos escoltándole detrás sin adelantar. ─A ver quién es el chulo.─
En la misma dirección y casi paralela al río Alberche, la carretera AV-902 discurre por Navaluenga y Calas de Burguillo. A partir de aquí, el tramo es todo un descubrimiento para el viajero. No así para el resto del mundo motero de la zona centro. El ratonero recorrido paralelo a la costa del Embalse de Burguillo de este tramo es una ensalada de curvas de todo tipo, formas, ángulos y colores. En este día de domingo parece un festival de la moto. Con lo que ello implica, se cruza con gente que va despacio, normal, algún que otro quemado y lo que más le sorprende aún: Algún que otro flipado irresponsable, la conocida carne de cañón por la que tenemos tan mala fama. El viajero, en la medida de lo posible trata de disfrutar del tramo, pero deseando salir de ahí porque no le gusta lo que ve. Volverá, pero en horario poco concurrido.
Toma la AV-900 en dirección contraria. Se nota la proximidad de la capital. El asfalto está impoluto y el tráfico se multiplica por momentos. El Puerto de Navalmoral se asciende de forma atenuada por esta vertiente, de hecho, casi ni se nota. Todo lo contrario a la vertiente sur, con un descenso vertiginoso y sus curvas de 180º. Como Dios quiere y manda. Empiezan a verse muchísimas motos rodando por aquí.
El itinerario continúa hasta Burgohondo. Aquí se huele; no, mejor dicho, se vive el ambiente motero. Se nota que este pueblo es un punto neurálgico del que parten diferentes carreteras, todas buenas. El viajero no había estado por esta zona un domingo primaveral con solecito, y no se imaginaba el ambiente que hay. En todos los bares hay decenas y decenas de motos aparcadas con sus propietarios refrescando el gaznate. Como si se tratase de una simbiosis, si hay centenas de motos, debe haber fuerzas de seguridad de tráfico velando por su seguridad. De cine cómico podría resultar la escena en la que, a la salida de Burgohondo un coche patrulla de la Guardia Civil entra al pueblo por la carretera con una treintena de motos escoltándole detrás sin adelantar. ─A ver quién es el chulo.─
En la misma dirección y casi paralela al río Alberche, la carretera AV-902 discurre por Navaluenga y Calas de Burguillo. A partir de aquí, el tramo es todo un descubrimiento para el viajero. No así para el resto del mundo motero de la zona centro. El ratonero recorrido paralelo a la costa del Embalse de Burguillo de este tramo es una ensalada de curvas de todo tipo, formas, ángulos y colores. En este día de domingo parece un festival de la moto. Con lo que ello implica, se cruza con gente que va despacio, normal, algún que otro quemado y lo que más le sorprende aún: Algún que otro flipado irresponsable, la conocida carne de cañón por la que tenemos tan mala fama. El viajero, en la medida de lo posible trata de disfrutar del tramo, pero deseando salir de ahí porque no le gusta lo que ve. Volverá, pero en horario poco concurrido.
En la N-403 se suceden las retenciones, más que evidentes en la zona de las urbanizaciones que hay cerca de la presa. No es de extrañar, allí tienen montado un control de velocidad ─por nuestra seguridad jejeje─ y la gente se pone nerviosa. Lo cual es estupendo para una conducción segura. Viendo este tamareo, el viajero decide abandonar la carretera nacional por la carretera vieja, que cruza la presa del Burguillo. Aprovecha para detenerse a estirar las piernas y planear lo que queda de ruta hasta su casa. Esta carretera es la antigua que había antes de la realización del desvío, que pasaba por el centro de El Tiemblo. Es cerca del medio día y valora la parada a comer en algún sitio, o llegar cuanto antes a su casa. Come algo de lo que le queda en la maleta, y una bebida energética en el próximo repostaje le permitirán llegar a casa antes de las 5 de la tarde.
Con el plan perfectamente consensuado con su sombra inicia de nuevo la marcha. De nuevo en la nacional 403 una vez atravesado El Tiemblo, de nuevo se ve inmerso entre latas ─coches para el resto de lectores no moteros─ en el otro lugar típico de retenciones: las cercanías a San Martín de Valdeiglesias. Sobre la marcha decide dejar la nacional por la carretera de los Toros de Guisando, ahora atracción turística de pago ─con el porculo que me da─ con la idea de evitar lo máximo posible las rutas principales. El viajero llega a Escalona vía Cenicientos.
Un repostaje con gasolina para Desireè y con café prefabricado para el viajero pasado Escalona es lo último destacable en un viaje en el que apaga la moto en su garaje con 1.420 kilómetros mas en su bagaje.
Con el plan perfectamente consensuado con su sombra inicia de nuevo la marcha. De nuevo en la nacional 403 una vez atravesado El Tiemblo, de nuevo se ve inmerso entre latas ─coches para el resto de lectores no moteros─ en el otro lugar típico de retenciones: las cercanías a San Martín de Valdeiglesias. Sobre la marcha decide dejar la nacional por la carretera de los Toros de Guisando, ahora atracción turística de pago ─con el porculo que me da─ con la idea de evitar lo máximo posible las rutas principales. El viajero llega a Escalona vía Cenicientos.
Un repostaje con gasolina para Desireè y con café prefabricado para el viajero pasado Escalona es lo último destacable en un viaje en el que apaga la moto en su garaje con 1.420 kilómetros mas en su bagaje.
FIN
Gracias, sobre todo si has llegado hasta aquí. Gracias si dejas un comentario indicando tus impresiones, sean buenas o malas; todas me valen para aprender y mejorar. Y Gracias simplemente por que sí. Porque es gratis.
Nos vemos en la siguiente. Vss
Nos vemos en la siguiente. Vss
Enhorabuena al viajero por el finde y gracias por el detalle de la experiencia. Tomo nota! saludos.
ResponderEliminarJuan Ángel.