Los martes no se respetan
Hoy se saca la moto. Me lo he merecido. Lo digo así, por no decir que estoy hasta las pelotas y quiero desconectar. Además, de forma sorpresiva, me apetece escribir. No me peguntes por qué, barajo diferentes posibilidades pero mira, que bienvenidas sean. Así que mataré dos pájaros de un tiro. Más que nada porque sin algo fresco que contar, poco puedo teclear ya que no me dá para inventar.
Pues como te decía, hoy me voy a dar una vuelta para despejar la mente. Hace calor. El termómetro de la moto marca 38º, pero me da igual. No miro ni las presiones, tengo el depósito lleno y no tengo ni que perder tiempo en rellenar. Tampoco tengo claro donde ir. Simplemente iré enlazando cruces y glorietas y que el tráfico me saque de la ciudad.
Acabo saliendo hacia el Noroeste, dirección Porzuna. Ciertamente hay poco que contar. La familiaridad con el paisaje hace que pierda la sensibilidad de por donde voy y la monotonía me priva de disfrutar del entorno, simplemente queda el gusto por montar en moto.
La única novedad hasta el momento es el adelantamiento con línea contínua que me hace un paisano por la travesía de Porzuna con su todo terreno para parar unos cientos de metros más adelante. Se ve que debe ir muy acalorado, que resulta que es eso lo que provoca que la gente realice imprudencias y provoque el repunte de accidentes...
Le informo a voz en grito de lo que opino de él cuando le paso y continúo mi camino.
Le informo a voz en grito de lo que opino de él cuando le paso y continúo mi camino.
Ya he decidido la ruta.
Abandono Porzuna y me dirijo por la CR-7121 hacia Los Cortijos. Hasta este momento se han ido alternando las extensiones de barbecho ya segado con sus balas de paja preparadas para su recogida y almacenaje, con la vegetación de monte mediterraneo típica de la zona, con los olivares.
Esta carreterita, muy entretenida, se adentra en la Sierra de Malagón. La temperatura apenas baja a los 36. Aún tengo que seguir con la visera bajada. Si la abro para intentar refrescar un poco el agobio, me frío cual freidora de estas modernas de aire. Al igual que cuando hace frío, la velocidad hace que la sensación térmica sea de grados negativos, mas o menos si la temperatura sube de 34-35 grados, la sensación térmica con la velocidad aumenta en lugar de bajar. Literalmente te fríes.
Esta carreterita, muy entretenida, se adentra en la Sierra de Malagón. La temperatura apenas baja a los 36. Aún tengo que seguir con la visera bajada. Si la abro para intentar refrescar un poco el agobio, me frío cual freidora de estas modernas de aire. Al igual que cuando hace frío, la velocidad hace que la sensación térmica sea de grados negativos, mas o menos si la temperatura sube de 34-35 grados, la sensación térmica con la velocidad aumenta en lugar de bajar. Literalmente te fríes.
Esta carretera era una de mis favoritas para estos paseítos cortos. Al introducirse, como decía, en la Sierra de Malagón, el recorrido deja de ser una inmensa recta y se adentra serpenteando entre los montes, con su pequeño riachuelo; que si bien es estacional, tenía su propia vegetación de ribera dotándole de un tono de verde diferente al del resto de su entorno, surcando de lado a lado la línea del asfalto; Su puertecito de montaña;
El porte de sus arboledas; sus rincones espectáculares en los puntos donde un monte termina y comienza el otro, los valles. Todo esto a escala, que estamos hablando de poquita altitud pero suficiente para despejar la mente.
Y digo era, en pasado, no por un error gramatical ─que más de uno habrá─, ya que pasada la aldea de Piedralá comienzan a aparecer las cunetas quemadas, y poco a poco el ambiente comienza a tener un tufillo a ceniza. El mismo poco a poco con el que los árboles quemados se van extendiendo en superficie. Hace unas semanas la desgracia del fuego dejó su impronta en estas otrora bellas laderas y ahora solo queda negror, piedra y desolación.
Veo varios puntos donde podría hacer algunas fotografías buenas. Que si maquinaria agricola quemada, una señal derretida, casas que se han salvado por los pelos, esqueletos de árboles con formas curiosas. No hago ninguna, no me apetece buscar diversión en una desgracia, y tampoco es un trabajo por lo que continúo mi paseíto mirando al horizonte, que pronto volverá al amarillo de las extensiones de barbecho ya segado con sus balas de paja
preparadas para su recogida y almacenaje, con la vegetación de monte mediterráneo verde amarronado frita de sed típica de la zona, con los olivares sin quemar...
Al menos se ha salvado la higuera encarcelada.
Agosto 2022
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